.escenas de una Memoria

Y este es simplemente otro intento desesperado de que un Blog conserve la cordura por al menos un año, y mantenga la cantidad justa de ingredientes como la mesura, el humor, la ficción, la realidad, lo sonoro y lo visual, por medio de lo lírico. Complicado de entender cuando la realidad muchas veces no es lo más ameno; hagamos lo posible por sobrevivir en esta jungla llena de medios de (in)comunicación, y escapemos con una sonrisa, que al fin y al cabo la vida es una sola... A tomársela con soda. Mi mundo ocioso está acá. »

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No voy en tren, voy en colectivo.

lunes, 14 de diciembre de 2009

En otra entrega de este colorido y multifacético blog, les presento, y en su más notoria expresión de salvajismo, algunas imágenes tomadas con mi celular, que logró sacarme del apuro de no tener mi cámara -fiel compañera de aventuras-, y darme el lujo de capturar este momento en el resplandeciente y sublime transporte público de la ciudad de Buenos Aires.
Antes que nada, voy a pasar los datos técnicos y descripciones ambientales:
7a.m. de la mañana, invierno del 2009: Me encuentro en el partido de Morón esperando el colectivo de la línea 326 (el cual tarda unos quince minutos en llegar luego de que haya pasado felizmente ante mis ojos hace no más de 180 segundos), con la espeluznante idea en mente de que el itenerario me deposite en la puera del establecimiento que me contendrá durante el resto de la mañana. (Véase: Escuela)
Al subir a la bitácora con cuatro ruedas, con una primer mirada ya se puede divisar claramente la imagen que nos acompañará durante todo el placentero tour por la callejuelas de la ciudad; el habitáculo presenta una oscuridad similar a la de un zótano, con unas pocas luces encendidas, propiciando el ambiente para la "última siestita" de la mañana.
Continuando con la descripción física de este objeto de transporte, podríamos nombrar la necedad de las ventanas, que se niegan a permanecer cerradas (Imginate en esta época de frio polar, que el "fresquito mañanero" te acaricie la cara y te congele hasta las pestañas, temiendo quizás ser víctima de una hipotermia). Seguís luchando por mantener la ventana en su lugar, cuando te arremete la noticia de que en la próxima cuadra te tenés que bajar; entonces, entre la felicidad de saber que la terquedad de dicha ventana tendrá que controlarla algún otro pasajero, y la tristeza de saber que llegaste finalmente a destino, te levantas y corrés hacia la puerta. Finalmente, ves al colectivo alejarse para continuar su trayecto, y entre risas de maldad y un poco de compasión, te preguntás quién será la próxima víctima de "esa ventana maldita y necia".

Bien, esto fue un poco como el pantallazo ficticio para que traten de imaginarse la vida allí dentro -si es que podemos llamarla "vida"-.
Y para decir algo no-humorístico, y solidificar un poco mi relato, tengo que decir que la calidad del transporte público es realmente deplorable. Aquellas empresas responsables, pueden girar, algún dia, la cabeza para el lado de los ciudadanos, que tenemos que usar a diario los malos servicios de los transportes que ellos mismos nos ofrecen. Quisiera ver si en vez de viajar en coches importados tuvieran la oportunidad de viajar en los colectivos, trenes y subtes en las condiciones que están.

Les dejo con mi amigo, el "timbre parchado con cinta scotch".
Saludos.


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